La CEO de la marca italiana de joyería Pomellato conversa con magasIN sobre el sector y la mujer en la alta dirección.
Hay un lugar en el cielo para las mujeres (y los hombres) que ayudan a otras mujeres. Me viene a la mente esta frase mientras escucho hablar a Sabina Belli (1960), CEO de la reputada marca italiana de joyería Pomellato.
Sé que la sentencia auténtica es “hay un lugar en el infierno para las mujeres que no ayudan a otras mujeres”, que no pronunció nadie del mundo de la joyería ni de la moda, sino de la política, concretamente la exsecretaria de Estado de los Estados Unidos, Madeleine Albright.
Pero entre los polos yo siempre elijo el positivo y por eso utilizo mucho la frase, dándole la vuelta. Y pienso todo el tiempo, ya digo, mientras escucho a Sabina Belli que ella tiene ya su parcelita celestial reservada. Porque desde su paraíso terrenal, como una de ese cinco por ciento de mujeres CEO en el mundo (¡se dice pronto, un cinco!) está dispuesta a ayudar a sus congéneres. Y lo hace.
[«We believe you»: así es la campaña de lucha contra la violencia de Pomellato]
Lo supe en noviembre pasado, cuando conocí la campaña orquestada por Pomellato justamente el día en que se celebra la jornada internacional para la eliminación de la violencia contra la mujer. Unas horas después pedí un encuentro con ella.
Hablamos por teléfono, en una conversación de una hora en la que esta apasionada dama de uno de los sectores más estimulantes del mundo del lujo me conmovió minuto tras minuto demostrando que la moda y la joyería pueden ser universos comprometidos con la sociedad para mejorarla.
Y siguiendo con frases, me gusta recordar esta otra: “No esperes a que un hombre te compre una joya, cómprala tú. Yo misma lo he hecho muchas veces y es increíble la sensación de recompensa y de libertad que proporciona. ¡No entiendo por qué las mujeres podemos regalarnos unos zapatos y no una joya!”.
La frase la pronunció la propia Belli al final de nuestra conversación. Pero es un punto de partida no solo de su pensamiento, sino de la empresa, y curiosamente ya la había escuchado antes, mucho antes, hace ya tiempo, cuando conocí en Milán al fundador de Pomellato, Pino Rabolini (1936-1982).
Esa creencia en el poder de la mujer lo es también de esta enseña que él mismo creó en 1967, inspirada en el mítico Bar Jamaica, en el distrito milanés de Brera, ahí donde se reunían intelectuales y artistas, y que vendió en 2013 al grupo Kering (conglomerado al que pertenecen Gucci, Balenciaga o Saint Laurent).
“En Kering estamos convencidos de que las marcas de lujo pueden tener mucho impacto en la gente, y es muy positivo ser además una plataforma desde la que mostrar lo que ocurre en la sociedad. Precisamente gracias a la visibilidad que tenemos, creemos que debemos compartir nuestro punto de vista en asuntos sociales. Eso está en la esencia de nuestra fundación. Además, Pomellato nació en un momento en el que se producían grandes cambios», dice Belli.
Y continúa: «Hay que pensar que en los años 60 se vivió una transformación trascendental y generalizada. Pero es que en el caso de las mujeres fue crucial. Comprobaron que podían modificar los patrones existentes, trabajar, ganar su propio dinero, tener una voz y alzarla. Aquellos momentos fundacionales de la marca fueron muy activos, con mucha influencia política y con una sociedad muy politizada. Rabolini percibió estos cambios en las mujeres y fue consciente de cómo la joyería también tenía que transformarse. Se dio cuenta de que las mujeres querrían usar joyas menos burguesas, más simples…”
Sabina Belli agradece la lucha de aquellas féminas de la generación de su madre. “Ellas pelearon por esos cambios, pero queda mucho aún por hacer cuando los datos nos dicen que solo un 46 por ciento de mujeres tiene tarjeta de crédito, cuando sabemos que existe una diferencia salarial grande, de más de un veinte por ciento en el mundo, o que una de cada tres sufre violencia machista, no solo física sino también psicológica, sexual… Por eso es importante para Pomellato hablar de los derechos de las mujeres, sabiendo que podemos usar nuestra visibilidad como marca no solo para contarlo, sino para actuar como referencia y ser influencia.”
En su caso, ¿por qué y desde cuándo se despierta este interés por el marketing con causa?
Ha venido de la mano de mi experiencia, de mi carrera. Cuando fui nombrada CEO y supe que a nivel internacional solo un cinco por ciento de estos cargos están ocupados por mujeres fui consciente de que es una discriminación. Desde entonces he deseado que mi experiencia sirva de ayuda.
Entre otras cosas, creemos que tenemos libertad, y la tenemos, pero hay que recordar que no está garantizada y que es necesario cuidarla y mimarla. Por eso decidí que a través de mi trabajo podía tener influencia y por ejemplo ayudar a mujeres que sufren violencia. Me hace feliz pensar que mi voz y experiencia sirvan a otras.
¿Antes de dirigir Pomellato tenía esa vocación?
Desde luego no trabajaba en la misma medida porque no era tan consciente de esa necesidad. Tenemos que reconocer que el movimiento Me too ha sido un gran acicate y nos ha hecho vislumbrar la necesidad de otros cambios. Por ejemplo, si pienso en mi juventud y en mi carrera, soy consciente de que he sufrido en algunas ocasiones un trato que hoy no sería aceptable…
Creo que la mujer en general era más obediente o por ejemplo se aguantaba que los hombres levantasen la voz. Ahora todo esto ha sufrido una transformación enorme que no solo les afecta a ellas, sino que es más global y tiene que ver con la diversidad y la inclusión en general. Y además ocurre algo muy importante y es que esta transformación les da también a los hombres la posibilidad de participar, de ser protagonistas de ese cambio.
¿El hecho de que sea una de las pocas CEO en el sector de la moda, el lujo y el estilo de vida le implica una mayor responsabilidad hacia las mujeres?
No es mi responsabilidad, pero sí puedo asegurar que en nuestra compañía el trato a hombres y mujeres es igualitario. Y otra cosa muy importante es que tenemos la obligación de enseñar a las niñas que ellas también pueden…, es algo que hay que tener muy en cuenta y que debe estar en la conversación social, en la política, porque si poseen esa visión de ellas mismas serán capaces de llegar.
Desde luego, es complicado porque cuando son adultas tienen obligaciones, están los hijos y los maridos… y a veces las chicas sufren una gran presión social que en ocasiones les hace sentir culpabilidad. El sistema no ayuda y es difícil la organización para cuidar a los niños, por ejemplo. Pero lo más triste es que en general las mujeres tienden a pensar que si no se sacrifican no son buenas madres, sobre todo en los países del sur. Es un clásico que se sientan culpables si no están en casa cuando los niños llegan del colegio.
¿Por qué ellas y no ellos? ¿Por qué ellos tienen menos complejo de culpa? ¿Por qué no les hacen las mismas preguntas que a nosotras? Por ejemplo, hay mujeres que dicen que han renunciado al trabajo porque han hecho cuentas con sus maridos y han llegado a la conclusión de que “su” salario era para la cuidadora… Tienes que decirle a tu marido que tu salario debe sumarse al suyo y de ambos justificar el de la cuidadora y, además, hacerle pensar que a lo mejor en tres años ganas más que él…, y ¿por qué tienes que sacrificarte en nombre de una cuestión financiera?
Es muy impactante escuchar a una mujer de su nivel empresarial este discurso tan claro, inteligente, eficaz y directo, ¡tan comprometido! y nada anecdótico porque lo que cuenta parece más generalizado de lo que pensamos. Se refiere por ejemplo a esas mujeres que explican cómo sus hijos se han casado con chicas que… ummm, han tomado la decisión de trabajar… y no lo dicen muy contentas…
“Muchas madres, especialmente las mediterráneas siguen criando a los hijos como machos… y yo siempre les digo que esos serán los hombres del mañana y que no hay que educarlos como no querrían que fueran como maridos… Hay que criar a tus hijos como si fueran los hombres con los que te gustaría casarte.”
La educación es la base.
Hay muchos clichés acerca del género, y desde luego empiezan desde la guardería. Ya a esas edades se prepara a las niñas para que sean dulces y amables y a los niños para ser duros… Pero yo quiero niñas que también sean fuertes y niños que también sean dulces, porque tiene que estar equilibrado ya que muchas veces la amabilidad o la dulzura se identifican con debilidad.
Es poco convencional oír todas estas explicaciones y argumentos a una directiva. Esto sí que es poner a la mujer en el centro. Es cierto que se trata de una marca que desde un principio presumió precisamente de su poco convencionalismo, teóricamente muy ligado a esquemas milaneses, una ciudad en la que como ella misma ha declarado en alguna ocasión hay edificios muy clásicos y aparentemente sobrios que esconden en su interior exuberantes jardines.
Las joyas Pomellato poco convencionales parecen esconder un mensaje de empoderamiento de la mujer. Un mensaje que aparece en plataformas como “Pomellato for Women”, con vídeos en los que, por ejemplo, actrices de la talla de Cate Blanchett, Laura Dern o Isabelle Huppert se unen para poner en valor el empoderamiento femenino, la inclusión, la sostenibilidad.
En el último, lanzado el 25 de noviembre de 2022, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, a la CEO se unían la influencer Xenia Tchoumi o la actriz y activista alemana Sibel Keki, pero también hombres como el actor italiano Alessandro Gassmann, con el mensaje “Para parar la violencia hay que empezar por creer a las que sobreviven y pueden contarlo. Hay que escucharlas”.
¿Podría especificarme hasta dónde le gustaría llegar con “Pomellato for Women”?
Se trata de una plataforma de comunicación creada en 2017, con vídeos en defensa de la mujer y como soporte de las víctimas de violencia. Me parece necesaria una plataforma de este tipo si tenemos en cuenta las muertes de mujeres por feminicidio (compruebo los datos de la UNODC, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito: más de cinco mujeres y niñas cada hora en el mundo)… Es un problema que concierne a los hombres responsables de estas muertes pero que es muy complejo…
Es cierto que es un problema neurológico, psicológico y sociológico, pero me gustaría que la sociedad se preguntara por qué es algo que tiene que ver con los hombres. ¿Por qué son los responsables? ¿Por qué matan a las mujeres cada día en el mundo? Lleva siendo así desde tiempos milenarios, pero el problema es que los números no cambian y pasa en Italia, en España, en Marruecos…; puedes ser rica, no rica, negra, blanca…, ocurre a cualquier mujer en cualquier situación…
Hay que educar a los hombres, educar a los niños para que no siga siendo así, pero hoy es un gran problema, es uno de los grandes problemas de la humanidad…
Si le pidiera que mandara un mensaje a las mujeres cuál sería?
Si nos referimos a la violencia, la verdad es que es muy difícil hablar de ella…, cómo le dices a alguien de tu entorno que tu marido te pega… ¿Por qué? Porque la primera sospecha va dirigida a ti, porque piensan en ti y en qué habrás hecho.
Es como cuando molestan a una chica por la calle y alguien le acusa a ella por llevar una minifalda muy corta…, tú puedes ir desnuda si quieres y nadie tiene el derecho a molestarte… El problema es que la mujer se siente culpable porque la sociedad le hace culpable, ya que el primer juicio es negativo para ella. Mi consejo sería: habla, no te avergüences porque no eres la culpable; lo es él”.
Estricta como buena milanesa, con un encanto especial como alguien que parte de su educación y vida laboral la ha realizado en Francia y abierta y fresca por su otra mitad de vida laboral y de estudios en Estados Unidos, Sabina me advierte de que habla de estos asuntos que le resultan sumamente importantes, pero que no le gustaría ser concebida como una militante feminista.
“No me gustaría que me vieran así, pero me molesta mucho que se dude de las mujeres o que por ejemplo cuando un hombre y una mujer son amantes y él está casado se le achaque a ella la culpa, se hable mal de ella y se le insulte…, la responsabilidad es la misma y de ambos.”
Y comentamos el horror de uno de los grandes problemas actuales como son el bulling y el ciber bulling, con situaciones en las que un hombre pone fotos en redes sociales de chicas con las que han tenido relaciones “y qué ocurre…, que la reputación de él es la de un seductor y nadie piensa en que esto pueda acabar en el suicidio de ella”.
Usted se unió en 2015 a Pomellato, procedente del mundo del lujo, tanto en joyería como en moda y perfumería, y en 2018 publicó el libro D come Donne, C come CEO (en español, D como Mujer, C como CEO). ¿Sintió que era su misión escribirlo?
No soy escritora ni periodista, pero es mi visión de mujer directiva, tiene que ver con mi experiencia y también con mi sensación de que hay muchas mujeres que necesitan esta clase de ayuda. Me sorprende que incluso temas muy simples todavía no se entiendan, con situaciones que son anómalas para unos y no para otras…, por ejemplo, algo tan común como es el caso de las reuniones de trabajo muy temprano y muy tarde.
¿Hay una CEO mujer diferente del CEO hombre?
Puede que sí, aunque en realidad me gustaría que no fuera así… Ocurren cosas muy contradictorias… Por ejemplo, recientemente estuve en una mesa redonda en la que se debatía el tema de la igualdad…; entre los panelistas había hombres que decían que intentaban ser activos y participar en la vida familiar y que llevaban a las niñas a clases de danza un día a la semana…
Me sorprendió que hubiera mujeres que ante esas afirmaciones dijeran “ay, qué tierno”. Cómo es posible que reaccionen así cuando ellas lo hacen el resto de los días… Pero es que cuando yo pongo esto de manifiesto, me miran como si fuera una hiena.
Si le pido que compare a la mujer empoderada con una joya de Pomellato, ¿cuál elegiría?
En Pomellato tenemos diseños muy fuertes, pero si tengo que elegir una joya que signifique empoderamiento podría decir que las de la colección Icónica.
Busco inmediatamente las fotos de esas joyas y ahí aparece nuevamente la rotundidad de la fortaleza unida a la sensualidad curvilínea. Puede que hablemos de coherencia.