Las casualidades no existen, decía Freud, pero la vida está llena de coincidencias, sobre todo cuando prestas aten
No era la primera vez que la diseñadora, fotógrafa, artista y fundadora de la marca VOS Honduras trabajaba con estrategia circular. Ya había creado zapatos con jeans gastados o con etiquetas de detergente antes de ver literalmente la luz un día de 2018, cuando en un viaje con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) contempló cómo los pescadores fileteaban las piezas tras arrancar su piel y tirarla al mar. Ahí decidió rescatar aquel desecho y convertirlo en cuero para zapatos o bolsos.
Las casualidades no existen, decía Freud, pero la vida está llena de coincidencias, sobre todo cuando prestas atención y te rodeas bien. Y sí, cada vez me encuentro con más mujeres trabajando por un mundo mejor siento que no me rodeo mal. Hablo de mujeres cuyo recorrido en el universo de la moda tiene una etapa, me temo que larga, dedicada al concepto más holístico de la sostenibilidad, en el que creo firmemente, porque beneficia al medioambiente, pero sobre todo porque cambia la manera de vida de los profesionales, las comunidades, los grupos, las localidades con las que crean: es capaz de transformar un ecosistema.
He empezado hablando de Pili Luna. Ni ella ni las protagonistas de este artículo son ni mucho menos todas las que lo merecen, porque son muchas, cada vez más (también hombres). Tan sólo se trata de las últimas que más me han impresionado. Y como no son todas, que me disculpen aquellas que sientan que deberían ser citadas.
Proyectos pensados para las personas
Hay ejemplaridad en Pili, a quien tuve el honor de conocer en un evento de Pasarela Latinoamericana y de cuyo trabajo y recorrido caí enamorada. Porque convertir el desecho en valor lo merece. Más aún sabiendo que sus accesorios significan un nuevo y mejor modo de vida para pescadoras y pescadores, que obtienen un recurso a largo plazo, capacitados en el curtido. Como ella misma dice, “se trata de un proyecto pensado en la persona, en las buenas prácticas de pesca, en la correcta administración del recurso marino costero y diseñado para no incrementar la presión en las especies ya sobreexplotadas”.
Cada mes se vierten 44.000 pies de cuero al mar
Con una visión ambiciosa y largoplacista, como corresponde a cualquier proyecto sostenible, Pili Luna empezó por Honduras, donde trabaja con 23 asociaciones de pescadores artesanales. Hoy ya opera también en Costa Rica, en este caso con dos organizaciones de mujeres pescadoras. No es la primera vez que se usa la piel de pescado para crear cuero; la española Elisa Palomino lo experimentó con Galliano.
Pero sí la primera que se añade valor a toda una cadena, cuyo primer paso es precisamente el aprendizaje del curtido. Por no hablar de la cantidad de piel que de otra manera se desperdicia, acidificando el agua, con la repercusión negativa correspondiente para las especies marinas. Para tener una idea de lo que hablamos, Pili explica que cada mes se vierten 44.000 pies de cuero al mar y que de cada pie pueden salir tres pares de zapatos, por lo que extendiendo esta labor hablaríamos de un excelente negocio realmente sostenible.
Pasión por África
De empoderar a las mujeres a través de la moda habla Leticia Valera cuando cuenta su pasión por las africanas, sus tejidos y técnicas, base de sus colecciones. Esta especialista en protocolo, amante y estudiosa de la prehistoria, conectó hace 18 años con África, abriendo la puerta de Senegal, donde conviven lo ancestral y lo contemporáneo.
Las tribus, sus rituales, su belleza, incluso su nomadismo, rápidamente le hicieron entender que aquella puerta se abriría y cerraría muchas veces. Y cuando yo la conocí, gracias a nuestra común amiga Marta Robles supe que, de momento, una ventana se me abría a otro mundo. Espero no molestar si avanzo que prepara una colección cápsula nada más y nada menos que para la marca de lujo TotHom, donde tomarán el apelativo de costura esas telas que Leticia compra directamente en el zoco, nunca en fábrica, doce metros como mucho, equivalencia de sostenibilidad y diferencia.
«Nuestro producto es artesanal y se encuadra en el nuevo lujo, hecho con amor y esmero desde el movimiento slow” señala la fundadora de Kassymay
Leticia es, además, la fundadora la ONG de ayuda a Senegal Kassumay, educativa y de emprendimiento social, a través de la cual han escolarizado a más de 600 niños y realizan lo que ella denomina un “producto artesanal, encuadrado en el nuevo lujo, hecho con amor, con esmero, desde el movimiento slow”. El impacto de la marca en la comunidad es impresionante ya que se trabaja con mujeres, que son sostén familiar y que reciben un salario por las prendas que realizan, pero también medioambiental, puesto que se utilizan tejidos atemporales, no de nueva creación, orgánicos, reciclados.
Y cuando ya creía que hablaría de estas dos mujeres enormes se me hizo un hueco en el corazón al conocer el trabajo de otra española, la mallorquina Irene Peukes y su maravillosa y artesanal marca Pla. También está en su ánimo ayudar a comunidades de mujeres que realizan a mano tanto su calzado como su ropa y su próxima colección de hogar.
Irene, con su experiencia de ocho años trabajando en una empresa tan consolidada como Camper, rescata tradición y familiaridad de estilo para realizar sus modelos de zapatos en yute, con grupos de mujeres en Bangladesh, fomentando el impacto de cambio económico y social, y vestidos con en telares artesanales también de comunidades femeninas en Guatemala…
Pues eso, que las casualidades no existen. ¿O sí? ¿O quizás es que me rodeo bien?